Abraham García
Estudiantes de bachillerato y público en general abarrotaron en su totalidad al Teatro Universitario, donde recibieron a Ferdinando Valencia y Alberto Estrella como si se trataran de ídolos del pop, con gritos desesperados y subidos de tono de parte de las jovencitas.
Ana Karina Robles, que fungió de presentadora, no se escuchaba desde la primera fila con el escándalo de los chicos. Incluso después de aparecer en escena, el dueto de histriones tuvo complicaciones para iniciar con sus lecturas, ya que a cada movimiento de Valencia, las féminas gritaban rugían piropos con estruendo.
La interacción con el público entre los actores fue constante, y sirvió para acallar los jóvenes. Valencia se mostró orgulloso de tener que comenzar las lecturas con Los Oníricos, de la colimense, y paisana suya, Guillermina Cuevas.Luego de leer textos de Rudyard Kipling y Guillermo Fandanelli, la sorpresa llegó cuando en dos ocasiones Estrella y Valencia seleccionaron a una chica del público para que leyera a trío con ellos.
Lidiando con nervios y gritos, y la timidez de estar al lado de los actores que previamente piropearon, las invitadas leyeron lo mejor que pudieron.
Después de despedirlas, Estrella y Valencia leyeron con mucha onda, Mucha ropa, del escritor de onda, José Agustín.
Tanto por el acento chilango y los bailes, como por la participación del público con gritos de “¡Mucha Ropa, Mucha Ropa!” y “¡Pelos, Pelos!”, la recreación de este texto, en el que Agustín cuenta como un adolescente desvela el misterio de entrar en una casa de burlesque, fue lo más ovacionado de la velada, ya que fue totalmente un trabajo en conjunto.
Previo a despedirse abajo del escenario con la repartición de abrazos besos y ejemplares de los dieciséis tomos de El Rapidín, Alberto Estrella se tomó un tiempo para contar de memoria un último cuento que oyó de niño, con el que lanzó incisivas palabras para fomentar y reforzar el hábito de la lectura entre los jóvenes presentes.
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