Abraham García González
Fotografía: Alejandro González
Después de dos años, Massimo Delle Cese regresó al Teatro Hidalgo simplemente para superar su presentación en la tercera edición de Guitarromanía.
En aquella ocasión sobresalió al tocar arpegios inimaginables, que son parte de su sello personal como intérprete, pero la noche del jueves sencillamente no paró de lucirse con la guitarra. Los trastes dorados de su instrumento brillaban durante la inicial Ciacconda en sol menor, del compositor barroco Sylvius Leopold Weiss.
“Me alegra estar de vuelta en Colima y ser parte del festival”, dijo tras la ovación del público, y explicó que haría cambios en el programa, pero antes de romper con el repertorio original continuó con la primera Rossinianana, de Mauro Giuliani, con crescendos y cambios de ritmos limpiamente ejecutados. Virtuosismo a pleno.
El Sueño en la foresta de Agustín Barrios fue la primera regresión a aquella noche del 14 de mayo de 2008 en el mismo lugar, a los arpegios punteados con, al menos, tres dedos. El público saldría embelesado en el intermedio.
¿Será posible culpar al público por interrumpir con aplausos los puentes en silencio de las tres piezas españolas que Delle Cese interpretó de ni más ni menos que Joaquín Rodrigo? Sí fue una pena que Don Massimo tuviera que tomarse un poco de tiempo para recuperar la concentración entre Passacaglia y Zapateado, pero era casi imposible no aplaudir cada una.
La Catedral de Agustín Barrios, pieza con que cerró Ana Vidovic la edición del festival anterior, sonó más emotiva en manos de Delle Cese, pese a que hubo un momento, durante el Andante Religioso, en el que se vio obligado repetir una pisada que erró discretamente.
Pese a que respondió con ovaciones de pie, el público pagó caro el error de interrumpir al guitarrista, ya que en esta ocasión Massimo regresó al escenario para ofrecer un solo encore.
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