Abraham García González
Después de la ceremonia de premiación y de clausura, el quebequense Rémi Boucher demostró con autoridad por qué era él, y nadie más, quien se encargaría de cerrar la quinta edición de Guitarromanía.
El concierto en el Teatro Hidalgo comenzó con una pieza barroca convencional, la Ciaccona de Bach, en la que Boucher hizo olvidar a la audiencia que la composición fue hecha para violín.
“La siguiente pieza tiene el nombre de un pueblito en Estambul. Dicen que al parecer está maldito por el diablo. A esta pieza de Domeniconi le hice unas variaciones, sólo para divertirme”. El lento pero constante crescendo de Koyunbaba finalmente se rompió con estrepitosos y constantes cambios de ritmos, mientras que daba la impresión de que Boucher sólo frotaba las cuerdas de su instrumento. Después de esto, parecía que el intermedio llegaba en el peor momento.
Hasta esa noche sabatina, ninguno de todos los concertistas que se han presentado en cualquier edición de Guitarromanía se había atrevido a tocar en solitario apenas una sola nota de El Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. Durante el Adagio, Boucher lleno los huecos de sonido que supondría la falta de una orquesta con variaciones propias en su instrumento, de modo que el público colimense atestiguó que sí es posible que se escuche bien un movimiento de semejante obra con apenas seis cuerdas y dos manos. Una hazaña que no muchos han intentado.
Cuando todo parecía indicar que ya no era posible mantener un nivel tan alto en el concierto, Rémi Boucher sorprendió a todos con una composición suya. “Esta fantasía rusa está dividida en dos partes. Una está inspirada en Moldavia y Kirguistán y la otra en Ucrania”, dijo, y entonces comenzó a florear las cuerdas de su guitarra con virtuosismo, emulando el sonido de una balalaica.
“Lo que sigue, lo he presentando con un compositor llamado Jaques Marchand; es una obra con cuatro argumentos: la tierra, el aire, el agua y el fuego. Quiero dedicar esta interpretación al maestro Anatoly Zatín. Quiero compartir con ustedes El fuego”, presentó como cierre el guitarrista que alguna vez tocó en su totalidad el Concierto de Aranjuez con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Colima.
La audiencia no quedó satisfecha con el Canadien Reel como único encore, y, de pie, con prolongados aplausos y gritos hizo regresar al escenario al quebequense por segunda vez. “Un público como ustedes sólo hace a que quiera esforzarme más. Esto se llama Mariposa de China”, contestó el guitarrista con una sonrisa en el rostro.
Boucher demostró su versatilidad en repertorio y su amplio conocimiento en instrumentos de cuerda, ya que con un constante punteo a tres dedos, y sin imprimir mucha fuerza en el proceso, recreó una atmósfera oriental al conseguir emular el sonido virtuoso de una pipa china. Al final, las dos horas de concierto parecieron poco, y de repente, comenzó la cuenta regresiva para Guitarromanía 2011.
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