miércoles, 3 de febrero de 2010

SÓLO UNA MUJER Y NO ESTA SOLA

Por Teresa Valdés Betancourt

Mientras plancha frenéticamente, escucha muy alta la música porque no se siente acompañada. Al levantar la vista de su quehacer, la mujer descubre la presencia cercana de una nueva vecina. ¡Alguien con quien hablar de sus emociones y sus miedos ante la aterradora experiencia de la silenciosa violencia intrafamiliar!

Frente a la ventana comienza el monólogo “Sólo una mujer”, bien interpretado por la actriz Carmen Solorio. La supuesta vecina es usted, que integra el expectante auditorio asistente a la Sala de Teatro del Foro Pablo Silva, en estos fines de semana hasta el 20 de diciembre del 2009.

La comunicación se hace real con la auténtica interpretación de la actriz que conmueve, hace reír, arranca el Oh, de estupor y mantiene el silencio que provoca el nudo en la garganta, escuchando los pormenores de la conflictiva relación pareja.

Me asusto cuando siento la llave a la puerta con la llegada de mi esposo. Me jala por la greña y sin preguntar si quiero o no, me usa como si fuera a inseminar a una vaca. ¿Hacer el amor? ¿Orgasmo? ¿Violación? ¿Denunciar? ¿Pero si es mi esposo?

No todo lo expresa con palabras Carmen Solorio. La actriz con completo dominio de la escena, sugiere, provoca, estimula la imaginación del público para indicar lo innombrable.

Detalles como la gestualidad con la plancha, las expresiones del rostro y diversos tonos de voz mientras habla por teléfono o cuando refiere el recorrido de la poderosa y única mano del cuñado enfermo.

La puesta en escena cuenta con una escenografía que también denuncia el cautiverio de esta sola mujer, el discreto uso de las luces, la justificación arrancada del color de las telas y hasta el oportuno timbre telefónico, demuestran el trabajo realizado por quienes integran la Compañía de Teatro de la Universidad de Colima.

Al monólogo “Sólo una mujer”, basado en la obra original de Dario Fo y Franca Rome, con la dirección de Gerardo González se le incorporaron textos originales recogidos de una entrevista testimonio realizada por la Licenciada Gilda Glenda Callejas, a una de las víctimas de la violencia rescatada y atendida en los refugios del Instituto Colimense de las Mujeres, que existen en el Estado de Colima.

Evocaciones, gestos, posiciones físicas, palabras y silencios desgarradores. Cada instante expone las contradicciones de la mujer víctima en su soledad, los rasgos distintivos del llamado Síndrome de Estocolmo, al tratar de justificar a su agresor, padre de su único hijo, propietario de ella, su familia y de su hogar.

Es bueno, me da de todo. Tengo lavadora, vídeo, televisión, secadora, me compra la ropa. Siempre me dice que debo esperarlo limpia arreglada, pintada, lista como agua para Nescafé. No me deja salir porque me cuida para que no me pase nada. ¿Cómo llamar a la policía?

Las reflexiones de esta mujer se contradicen en su lógica de silencio y la actriz Carmen Solorio la apresa con toda su plenitud histriónica. Por su realización y economía de recursos, este monólogo merece el debate con el público, en centros, parques y aulas universitarias. Cada puesta en escena con esa elevada expresión artística cultural, aleja el panfleto epidérmico que enfría esta batalla y desde el teatro se contribuye a elevar esa denuncia a planos humanos ante esta realidad lamentable y cotidiana.

“Sólo una mujer” adquiere voz y esa víctima de la violencia como otras muchas, no está sola. ¡Sí señora, no estás sola!

1 comentario:

  1. muy interesante todo lo q lei la verdad me gustaria q me manden por favor el monologo a mi correo griseldacontreras55@hotmail.com muchas gracias

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