viernes, 5 de marzo de 2010

Arte en la cárcel

Ada Karmina Benavides

El caso de esta maravillosa pintora mexicana se suma a las calamitosas historias de mujeres en donde el género, la condición social y un sistema político absurdo fueron aspectos determinantes que marcaron su vida.

Sofía Bassi (1920-1998), inició tardíamente en el mundo del arte no obstante su obra tuvo un buen recibimiento por parte de la crítica y rápidamente fue aceptada por el gremio artístico de la época. Su lenguaje surrealista con claras intenciones poéticas aunadas a un excelente manejo de la técnica pictórica, salvaban muy bien el hecho de ser autodidacta; su obra fue reconocida por artistas e intelectuales como  Salvador Elizondo: “Ella intuye un universo absolutamente intemporal. Esta es la primera fase de una operación mística de los sentidos”, José Luis Cuevas  –dijo de Bassi –  “Es una pintora que realmente me emociona; de las pocas obras de la nueva escuela mexicana de pintura que me conmueve” y Antonio Rodríguez: “Sofía es una de las artistas más inquietantes –por vital y auténtica– de nuestros días”.
En 1966, dos años después de que iniciara en la pintura formal Bassi fue acusada de asesinar a su yerno, un ciudadano italiano con titulo nobiliario (Cesare D´aquarone) acusación  por la cual recibió una condena de once años en una cárcel de Acapulco, Guerrero. La noticia  y el escándalo subsecuente corrieron pronto y el gremio artístico e intelectual no tardó en responder solidariamente, muchas fueron las voces nacionales y en el extranjero que exigieron la libertad de la pintora encarcelada. Durante este periodo se realizó el famoso mural a cinco manos (1970) en el que participaron José Luis Cuevas, Pedro Coronel, Francisco Corzas, Alberto Gironella y la misma Sofía Bassi, plasmando en esa celda sofocante su visón particular sobre la justicia mexicana, quedando como un juicio imperecedero e implacable de estos importantes artistas. Se acusó a la justicia mexicana de impía y corrupta y al proceso judicial como erróneo y perverso. Gustavo Díaz Ordaz,  quien era el presidente de México y el gobernador de Guerrero recibió miles de solicitudes de indulto para la artista, pero el gobierno mexicano asumió las criticas, peticiones, opiniones y protestas cómo una afrenta, negando cualquier posibilidad de clemencia para la pintora.

La artista cumplió su sentencia a pesar de la ambigüedad con la que se llevó su caso, ciertamente sobrellevó el encierro con los privilegios que su posición económica le permitían y con el recelo de la justicia de tener a una artista presa, televisión, agua caliente, visitas de manera irrestricta y, sobretodo, siempre contó con material para realizar su obra; las palabras que su amigo Siqueiros le dirigió en una visita en su celda serían proféticas, Sofía: Sólo los grandes artistas se superan en el dolor de la cárcel. El periodo de encierro de esta pintora veracruzana fue un periodo de madurez y fertilidad en su obra e impulsó la cotización de su trabajo en el circuito del arte. Aunque también pesó en ella la duda discriminatoria de su talento por considerarla una “ricachona” que tenía por hobby la pintura, todavía hay quienes sostienen que el fenómeno pictórico Bassi fue producto único del escándalo y del mercenarismo de una intelectualidad snob, sin embargo la pintura de Sofía también recibió el aval categó
rico de críticos de arte mexicanos y extranjeros de gran solvencia y respetabilidad.

Sofía Bassi con el tiempo ha superado el hecho trágico que signó su vida y su obra, es indiscutible la calidad de su trabajo artístico, lamentablemente siempre la perseguirá el referente incomodo de un crimen, al que se sobrepuso exorcizando ese fatídico tiempo de encierro, firmando toda su obra realizada en ese periodo así: Sofía Bassi E.L.C. (En La Cárcel)

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